lunes, 14 de mayo de 2007

PLANTILLA DE CORRECCIÓN: ANÁLISIS

FONÉTICA

a) Metátesis de vibrantes o rotacismo:

- Presonas, por personas.

- Trempano, por temprano.

b) Sustitución de fricativa palatal por velar oclusiva. Esta característica constituye una ultracorrección de un fenómeno fonético típico de algunas zonas del gallego: la gheada:

- pagarito, por pajarito.

c) Seseo:

- Ves, por vez.

d) Vocalización de la velar oclusiva sorda.

- auciones, por acciones.

e) Disimilación y asimilación de las vocales átonas vacilantes:

-zantellas, por centellas

- bunitas, bunitas, por bonitas, bonitas.

f) Apócope de la implosiva final:

- verdá, por verdad.

g) Adición de –e paragógica:

-árbole, por árbol.

MORFOSINTAXIS.

a) Preferencia por la colocación proclítica del pronombre se:

- A se reír

b) Uso característico del me enclítico:

- Heme de comer

c) Uso de la forma de imperfecto de subjuntivo como pluscuamperfecto, bien del indicativo, bien del subjuntivo:

- Fuera, por hubiera sido.

d) Formación de los diminutivos con la desinencia –iño:

- Nochiñas

e) Mayor uso del dativo de solidaridad.

- Pueda que no me lo crean

f) Perífrasis de participio tener+participio, para expresar las acciones pasadas repetidas. El participo aparece fosilizado en masculino singular:

- no tengo dicho

LÉXICO

a) Galleguismos puros, que no han sufrido una traducción:

- Parolando, por charlando.

- Habemos, por hemos.

- Meigas, por brujas.

- Diaño, por diablo.

- Millo, por maíz.

- Bico, por pico.

- Chosco, por tuerto.

- Porta, por puerta.

b) Palabras castellanizadas. La variación afecta a la forma, pero no al significado, que se conserva y es distinto al castellano:

- Mollete, de molete “pieza de pan de forma circular y alta, de dos a seis libras de peso, coronada por una figura esférica”.

- Pueda, de poida, “a lo mejor, tal vez”.

- Mismo, de mesmo, “de este modo”.

PLANTILLA DE CORRECCIÓN. NEUTRALIZACIÓN

A tiempo que la comitiva entraba en la cocina, hallábase acurrucada junto al pote una vieja, que sólo pudo Julián Álvarez distinguir un instante-con greñas blancas y rudas como cerro que le caían sobre los ojos, y cara rojiza al reflejo del fuego-; pues no bien advirtió que venía gente, levantóse más aprisa de lo que permitían sus años, y murmurando en voz quejumbrosa y humilde: -Buenas noches nos dé Dios- se desvaneció como una sombra, sin que nadie pudiese notar por dónde. El marqués se encaró con la moza.

- ¿No he dicho muchas veces que no quiero aquí pendones?

- Y ella contestó apaciblemente, colgando el candil en la pilastra de la chimenea:

- No hacía mal… me ayudaba a pelar castañas.

Tal vez iba el marqués a echar la casa abajo, si Primitivo, con mayor imperio y enojo que su amo mismo, no terciase en la cuestión, reprendiendo a la muchacha.

-¿Qué estás cuchicheando ahí? Mejor te hubiera sido tener la comida lista. ¿A ver cómo nos la das prontito? Menéate, despabílate.

En el esconce de la cocina, una mesa de roble denegrida por el uso mostraba extendido un mantel grosero, manchado de vino y grasa. Primitivo, después de soltar en un rincón la escopeta, vaciaba su morral, del cual salieron dos perdigones y una liebre muerta, con los ojos empañados u el pelaje maculado de sangraza. Apartó la muchacha el botín a un lado, y fue colocando platos de peltre, cubiertos de antigua y maciza plata, un pan enorme en el centro de la mesa y un jarro de vino proporcionado al pan; luego se dio prisa a revolver y destapar tarteras, y tomó del vasar una sopera magna. De nuevo la increpó airadamente el marqués. (p. 14 y 15; cap. II)

Para éstos se establecía turno pacífico, pues nadie renunciaba a soltar su correspondiente bola, y crecían en magnitud conforme se enredaba la plática. Formaban círculos los cazadores, y a sus pies dormían enroscados los perros; con un ojo cerrado y otro entreabierto y de párpado convulso: a veces, cuando se aplacaban las risotadas y las frases chistosas, se oía a los canes tocar la guitarra, espulgarse a toda orquesta, ladrar por sueños, sacudir las orejas y suspirar con resignación. Nadie les hacía caso.

El hocico de ratón tiene la palabra:

-¡Quizás no me lo crean y es tan cierto como que hemos de morir todos y la tierra nos ha de comer! Para más verdad fue un día de San Silvestre…

- Si eran brujas o era el duende, yo no lo sé; pero del mismo modo que hemos de dar cuenta a Dios nuestro señor de nuestras acciones, me pasó lo que les voy a contar.

Andaba yo tras de una perdiz agachadito, agachadito (y el ratón se agachaba en efecto, siguiendo su inveterada costumbre de representar cuanto hablaba) porque no llevaba perro ni diablo que lo valiese, y estaba, con perdón de las barbas honradas que me escuchan, para montar a caballo de un vallado, cuando oigo ¡tras tris, tras tras! ¡tipirí, tipirá!, el andar de una liebre; ¡más lista venía… que las centellas! Pues señor… vuelvo la cabeza de este modo… ¡con perdón de las barbas!, con mi escopeta más agarrada que la Bula… y de repente, ¡pan! me pasa una cosa del otro mundo por encima de la cabeza, y me caigo del vallado abajo… (pág. 193-4; cap. XXI)

Con todo algo medroso y tétrico debía pesar sobre su imaginación, según el cuento que empezó a referir una voz hueca a la nena, lo mismo que si ella pudiese comprender lo que le hablaba. ¿De dónde procedía este cuento, variante de la leyenda del ogro? ¿Lo oiría Perucho en alguna velada junto al lar, mientras hilaban las viejas y pelaban castañas las mozas? ¿Sería creación de su mente excitada por los terrores de un día tan excepcional? – Una vez- empezaba el cuento- era un rey muy malo, muy galopín, que se comía a la gente y las personas vivas…Este rey tenía una nena bonita, bonita, como la flor de mayo… y pequeñita, pequeñita como un grano de maíz […] Y el malo bribón del rey quería comerla, porque era el coco, y tenía una cara más fea, más fea que la del diablo… (Perucho hacía horribles muecas a fin de expresar la fealdad extraordinaria del rey). Y una noche dijo él, dice: - Me comeré mañana por la mañana temprano a la nena… así, así. (Recostaba la cabeza en las espigas de maíz y roncaba estrepitosamente para representar el sueño del rey). Y va el pajarito y con el pico le saca un ojo, y el rey queda tuerto. (Guiñaba el ojo izquierdo, mostrando como el rey se halló tuerto). Y el rey a despertar y a llorar, llorar, llorar (imitación del llanto) por su ojo, y el pajarito a reírse muy puesto en el árbol… Y va y salta y dijo, dice: - Si no comes a la nena y me la regalas, te doy el ojo… ¡Y va el rey y dice: bueno… Y va el pajarito, y se casó con la nena, y estaban siempre cantando unas cosas muy preciosas, y tocando la gaita… (solo de este instrumento) y entré por la puerta y salí por otra, y manda el rey que te lo cuente otra vez! (pág. 265-267; cap. XXVIII)

INTERFERENCIAS LINGÜÍSTICAS DEL GALLEGO EN EL CASTELLANO

En una sociedad en la que conviven dos lenguas es natural que se produzcan entre ellas fenómenos de contagio, tomando cada una características fonéticas, morfosintácticas y semánticas que no son intrínsecas, sino que se adhieren de la otra lengua con la que comparten territorio. Este fenómeno de contagio es lo que se conoce con el nombre de “interferencias lingüísticas”.

Normalmente los hablantes de cada una de estas lenguas, e incluso de ambas, no son conscientes de estas incorrecciones que se cometen al aplicar a una lengua elementos pertenecientes a la otra. Veamos algunas de las más frecuentes en Galicia.


NIVEL FÓNICO

  • En sílaba inicial o pretónica, la e y la o se realizan como i, u ante otra i, u en la sílaba siguiente: dicir, vistido, ricibir, tubillo, Purtugal.
  • Presencia de yeísmo, seseo y gheada en aquellos hablantes en los que estos fenómenos son propios del gallego de su zona.
  • Reducción de ciertos grupos consonánticos como ct>t, cc>c, ns>s, pt>t…: dotor, manífico, costante, otubre, ditongo.
  • E átona ante r se convierte en a: tarreno, Mercedes…
  • Las protónicas y finales se relajan e incluso desaparecen: muchismo…

NIVEL MORFOSINTÁCTICO

  • Empleo de forma -ra del pretérito imperfecto de subjuntivo con valor de pluscuamperfecto de indicativo: Cuando tú llegaste, él ya marchara (por había marchado).
  • El pretérito perfecto de indicativo se expresa a través del pretérito perfecto simple: yo comí (por he comido).
  • El valor de posibilidad frustrada en el pasado que en español se expresa a través de no+ pretérito perfecto de indicativo o no+perífrasis con poder (no he leído ningún libro/no he podido leer ningún libro), en el español de Galicia se expresa con la perífrasis no+ perífrasis con dar + participio (no di leído ningún libro).
  • La perífrasis de futuro ir a + infinitivo pierde la preposición: voy comer.
  • Las acciones pasadas repetidas (he escuchado mucho esa canción) se expresan por la perífrasis tener +participio pasado (fosilizado en masculino singular): tengo escuchado esa canción.
  • Presente de subjuntivo: dea, deas, estea, esteas…
  • Utilización d el sufijo -iño en sustantivos, adjetivos y adverbios: riquito, perriño, lueguiño.
  • Cambios de género en palabras que en castellano acaban en -isis (masculino) y, en gallego, en -ise (femenino); o en -e (palabras masculinas en castellano que en gallego son femeninas): la análisis, la puente.
  • Confusión de género en otras palabras: el sal, el cal, la reuma…
  • El artículo determinado masculino singular (EL) se sustituye por (LO; calco del gallego O): ¿Lo qué?
  • La expresión ¿y luego? sustituye a la causal ¿por qué?
  • El empleo del pronombre de solidaridad: aquí te llueve mucho
  • Refuerzo de los comparativos latinos: más mejor, más mayor
  • La expresión por lo de ahora sustituye a la castellana por ahora.
  • Confusión entre ver y mirar, en las Rías Baixas
  • Concordancia del adverbio “medio”, en género y número con el adjetivo al que acompaña: esa chica está media loca.
  • Empleo del adverbio “más” reforzando la conjunción “y”: Antonio y más Luis.
  • Sustitución de la perífrasis estar + gerundio por estar + infinitivo: está a trabajar (por está trabajando)
  • Utilización de la preposición “en” con el verbo “ir”: Va en Madrid
    (por ha ido a Madrid), va en el cine (por está en el cine)
  • Expresiones típicas en las que no aparece el artículo: voy a cama
  • Plural de los demostrativos: estes, eses.
  • Se añade una -s a la desinencia verbal de la segunda persona de singular del pretérito perfecto de indicativo (cantastes por cantaste). No es un vulgarismo, sino un calco del gallego cantaches.
  • La expresión a junto de por junto a, o simplemente a: voy a junto de Juan por voy a ver a Juan.
  • Uso de la preposición antes del CD: tira con eso (por tira eso), estuve leyendo en el libro (por estuve leyendo el libro)
  • Confusión entre “sacar” y “quitar”.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Emilia Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa; ed. Ermita Penas, Crítica, Barcelona, 2000.



CAPÍTULO II, página 14

A tiempo que la comitiva entraba en la cocina, hallábase acurrucada junto al pote una vieja, que sólo pudo Julián Álvarez distinguir un instante -con greñas blancas y rudas como cerro que le caían sobre los ojos, y cara rojiza al reflejo del fuego-, pues no bien advirtió que venía gente, levantóse más aprisa de lo que permitían sus años, y murmurando en voz quejumbrosa y humilde: «Buenas nochiñas nos dé Dios», se desvaneció como una sombra, sin que nadie pudiese notar por dónde. El marqués se encaró con la moza.

-¿No tengo dicho que no quiero aquí pendones?

Y ella contestó apaciblemente, colgando el candil en la pilastra de la chimenea:

-No hacía mal..., me ayudaba a pelar castañas.

Tal vez iba el marqués a echar la casa abajo, si Primitivo, con mayor imperio y enojo que su amo mismo, no terciase en la cuestión, reprendiendo a la muchacha.

-¿Qué estás parolando ahí...? Mejor te fuera tener la comida lista. ¿A ver cómo nos la das corriendito? Menéate, despabílate.

En el esconce de la cocina, una mesa de roble denegrida por el uso mostraba extendido un mantel grosero, manchado de vino y grasa. Primitivo, después de soltar en un rincón la escopeta, vaciaba su morral, del cual salieron dos perdigones y una liebre muerta, con los ojos empañados y el pelaje maculado de sangraza. Apartó la muchacha el botín a un lado, y fue colocando platos de peltre, cubiertos de antigua y maciza plata, un mollete enorme en el centro de la mesa y un jarro de vino proporcionado al pan; luego se dio prisa a revolver y destapar tarteras, y tomó del vasar una sopera magna. De nuevo la increpó airadamente el marqués.



CAPÍTULO XXI, página 193

Para éstos se establecía turno pacífico, pues nadie renunciaba a soltar su correspondiente bola, y crecían en magnitud conforme se enredaba la plática. Formaban círculo los cazadores, y a sus pies dormían enroscados los perros, con un ojo cerrado y otro entreabierto y de párpado convulso; a veces, cuando se aplacaban las risotadas y las frases chistosas, se oía a los canes tocar la guitarra, espulgarse a toda orquesta, ladrar por sueños, sacudir las orejas y suspirar con resignación. Nadie les hacía caso.

El hocico de ratón tiene la palabra:

-¡Pueda que no me lo crean y es tan cierto como que habemos de morir y la tierra nos ha de comer! Para más verdá fue un día de San Silvestre...

-Andarían las brujas sueltas -interrumpió el cura de Boán.

-Si eran meigas o era el trasno, yo no lo sé: pero lo mismo que habemos de dar cuenta a Dios nuestro Señor de nuestras auciones, me pasó lo que les voy a contar. Andaba yo tras de una perdiz agachadito, agachadito y el ratón se agachaba en efecto, siguiendo su inveterada costumbre de representar cuanto hablaba, porque no llevaba perro ni diaño que lo valiese, y estaba, con perdón de las barbas honradas que me escuchan, para montar a caballo de un vallado, cuando oigo ¡tras tris, tras tras!, ¡tipirí, tipirá!, el andar de una liebre; ¡más lista venía... que las zantellas! Pues señor... viro la cabeza mismo así..., ¡con perdón de las barbas!, con mi escopeta más agarrada que la Bula..., y de repente, ¡pan!, me pasa una cosa del otro mundo por encima de la cabeza, y me caigo del vallado abajo...



CAPÍTULO XXVIII, página 266

Con todo, algo medroso y tétrico debía pesar sobre su imaginación, según el cuento que empezó a referir en voz hueca a la nené, lo mismo que si ella pudiese comprender lo que le hablaban. ¿De dónde procedía este cuento, variante de la leyenda del ogro? ¿Lo oiría Perucho en alguna velada junto al lar, mientras hilaban las viejas y pelaban castañas las mozas? ¿Sería creación de su mente excitada por los terrores de un día tan excepcional? «Una ves -empezaba el cuento- era un rey muy malo, muy galopín, que se comía la gente y las presonas vivas... Este rey tenía una nené bunita bunita, como la frol de mayo... y pequeñita pequeñita como un grano de millo (maíz quería decir Perucho). Y el malo bribón del rey quería comerla, porque era el coco, y tenía una cara más fea, más fea que la del diaño... (Perucho hacía horribles muecas a fin de expresar la fealdad extraordinaria del rey). Y una noche dijo él, dice: 'Heme de comer mañana por la mañanita trempano a la nené... así, así'. (Abría y cerraba la boca haciendo chocar las mandíbulas, como los papamoscas de las catedrales). Y había un pagarito sobre un árbole, y oyó al rey, y dijo, dice: 'Comer no la has de comer, coco feo.' ¿Y va y qué hace el pagarito? Entra por la ventanita... y el rey estaba durmiendo. (Recostaba la cabeza en las espigas de maíz y roncaba estrepitosamente para representar el sueño del rey). Y va el pagarito y con el bico le saca un ojo, y el rey queda chosco. (Guiñaba el ojo izquierdo, mostrando cómo el rey se halló tuerto). Y el rey a despertar y a llorar, llorar, llorar (imitación de llanto) por su ojo, y el pagarito a se reír muy puesto en el árbole... Y va y salta y dijo, dice: 'Si no comes a la nené y me la regalas, te doy el ojo...' Y va el rey y dice: 'Bueno...' Y va el pagarito y se casó con la nené, y estaba siempre cantando unas cosas muy preciosas, y tocando la gaita... (solo de este instrumento), y entré por una porta y salí por otra, ¡y manda el rey que te lo cuente otra vez!».